Greenidge Generation Holdings Inc. continuará operando sus instalaciones en Dresden, Nueva York, luego de una victoria legal contra el Departamento de Conservación Ambiental del estado.
Según un informe del 14 de noviembre presione soltarla Corte Suprema de Nueva York falló a favor de Greenidge, anulando la denegación del permiso aéreo del Título V por parte del Departamento de Conservación Ambiental.
El juez Vincent Dinolfo consideró las acciones del Departamento de Conservación Ambiental “arbitrarias y caprichosas” y criticó su interpretación de la Ley de Liderazgo Climático y Protección Comunitaria. El tribunal determinó que el DEC no proporcionó una base racional para su decisión, despejando efectivamente el camino para que Greenidge operara ininterrumpidamente.
El conflicto comenzó en agosto cuando Greenidge demandó al DEC por la decisión de la agencia de negar la renovación del permiso aéreo. El DEC argumentó que la instalación no se alineaba con las regulaciones climáticas del estado, citando la CLCPA. Greenidge respondió que la denegación excedía la autoridad del DEC e ignoraba el cumplimiento de las leyes existentes por parte de la instalación.
A pesar de que se desestimó la apelación en mayo, Greenidge asegurado una exención operativa de cuatro meses, que le permitió continuar hasta septiembre. La reciente decisión del tribunal ahora garantiza las operaciones a largo plazo de Greenidge.
Extralimitación política
En una declaración, Greenidge describió el fallo como una victoria de “los hechos y el estado de derecho” sobre lo que llamó “extralimitación gubernamental por motivos políticos”.
La empresa enfatizó su cumplimiento de las regulaciones y destacó las contribuciones a la economía local, incluida la creación de empleos de alta tecnología y la generación de electricidad.
Este fallo marca la séptima decisión favorable de Greenidge en cuestiones operativas. La compañía expresó su esperanza de colaborar en el futuro con el Departamento de Conservación Ambiental para finalizar un nuevo permiso que se alinee con la decisión del tribunal.
El caso de Greenidge subraya la tensión entre las regulaciones ambientales y las operaciones industriales mientras Nueva York equilibra los objetivos climáticos con el desarrollo económico.